Pero me temo que esto apenas si le ayude a nuestra Goshio, por muy mágica, valerosa y dorada que sea. Además de sus valientes esfuerzos, también tendría que escoger cuál es la mejor manera de emplearlos. Por ejemplo, si solo supiera que de hecho el acuario se estaba moviendo rumbo al norte, que ella también estaba viajando hacia sus vacaciones árticas, podría haber hecho esfuerzos para preparar y proteger de la intemperie a su «nave» acuariana. También, podría haber encontrado un abrigo de pieles muy cómodo, caliente, elegante y cosido especialmente para peces doradas y adoradas – podría haber comprado este abrigo en lugar del traje de baño que acababa de comprar, pues los trajes de baño, aunque sean muy elegantes, no ayudan mucho en las aguas polares…
Cuando al final, una corriente misteriosa se lleva a nuestra inocentísima pececita al Polo Norte (asumiendo que pudo escaparse de la gaviota – y sí puede ser, amigos, que se haya escapado de este pajarraco monstruoso, pues a fin de cuentas es una pececita mágica), Goshio todavía sigue insistiendo y persistiendo, nunca abandonando su noble propósito de llegar a esas corrientes calientes, cariñosas y amables… ¿Que será de mí? ¿Dónde estoy que ya a mi amanecer el sol no viene más¬? Y antes de morirse del frío inaguantable en las aguas árticas y severas, mientras está temblando y tiritando por la terrible helada, nuestra heroína valiente decide con su cerebro «pezdoradeño» y medio helada, que simplemente necesita incrementar su velocidad hacia el sur de 10 a 11 km/hora o mejor, fíjese, a 12 km/hora y con un esfuerzo hercúleo, hace lo que decidió. «Espera, aún la nave de mi vida no ha partido, no condenemos al naufragio mi acuario…» A los ojos de nuestra pragmáticamente práctica Goshio, todo esto le parece muy, pero muy lógico: solo tiene que emplear un poco más de esfuerzo para resolver el problema y obtener el resultado, ¿o no?
Un hecho curioso es que en cualquier momento en el que el mar se vuelve tormentoso y turbulento, nuestra Goshio se pregunta con asombro, ¿por qué le están pasando tales vicisitudes?, ¿por qué la diosa Fortuna está enviando todas estas peripecias hacia su destino acuariano?
Cada vez que los Empresarios cerca de mí se encontraban con una tormenta (como perder una cuota de mercado, competencia creciente, nivel bajo del compromiso de los empleados, etc.), ellos ofrecían una solución interna, de «adentro» del acuario.
Poco sabían ellos que las aguas amadas de sus propios acuarios no eran las únicas que añoraban su amor y atención. No eran esas aguas familiares en sí las que tanto exigían su atención y comprensión, sino en verdad la intemperie, allá, afuera de sus corrientes cercanas, cómodas y conocidas – o sea, las Tierras Mercantiles y lejanas del mundo paracuariano.
Pero como fluyen las aguas y eventos, Goshio está condenada a quedarse para siempre en este remolino de corrientes impredecibles y precarias, tarde o temprano, helarse y morir de frío en estas aguas hostiles, cortantes y duras ¿Y usted qué piensa de todo esto, mi Querido Lector?
Mover las cosas por dentro no está ayudando